Todos sabemos que algunos deportes pueden desencadenar lesiones en articulaciones, músculos o huesos. Pero, ¿hay deportes peligrosos para la vista?…
Traumatismos
El ojo es un órgano frágil. Tendríamos que considerarlo una víscera, algo delicado que quizás mereciera estar protegido con un estuche de hueso, como el corazón o los pulmones; o por gruesas capas de músculo y grasa como el hígado o el bazo. Sin embargo, un ojo tiene que estar expuesto al exterior para ver. El globo ocular está protegido a los lados y por detrás de fuertes huesos, pero por delante es vulnerable a traumatismos. Muchas veces, la peculiar forma del hueso que hay bajo la ceja, o el puente de la nariz, protegen de un golpe directo. Pero en otras ocasiones el impacto llega al ojo. Frente a golpes intensos, la protección que nos ofrece el párpado si lo cerramos a tiempo es muy pobre.
En este sentido tenemos que prestar especial atención a los deportes de contacto. Con el boxeo a la cabeza, hay que añadir las artes marciales (cuanto más violentas y menos restricciones en cuanto a golpes en la cara, más riesgo tiene el ojo). No hay que olvidarse de los deportes de pelota, en especial si ésta es pequeña (squash, tenis, etc). Un impacto directo puede tener consecuencias importantes.
En el peor de los casos, hablamos de estallido ocular, desprendimiento de retina, perforación ocular, etc.¿Qué ojos son vulnerables a sufrir lesiones cuando reciben un impacto de gran energía?. Todos.Si un golpe tiene la suficiente fuerza como para alterar algo de la operación, es un golpe que va a dañar seguro otras estructuras, algo serio tanto para ojos operados como no operados.
A pesar de todo, y ya no hablando estallidos oculares y otros daños catastróficos, las posibilidades de desprendimiento de retina son mayores en aquellos ojos con retinas más “delicadas”: ojos miopes principalmente (sobre todo de miopías grandes). Aunque esto es cierto, en la práctica clínica la mayoría de los desprendimientos de retina no se deben a traumatismos, y los que sí lo hacen, hablamos de golpes severos que apenas hacen distinción entre miopes y población normal.
Movimientos bruscos
Esto es más sutil. Cuando hablábamos sobre las causas de desprendimiento de retina, decíamos que el vítreo está normalmente adherido a la retina, y que una tracción del vítreo puede originar agujeros en la retina. Al explicar la tracción vítrea, sobre todo nos estuvimos refiriendo a la que se produce por la pérdida de volumen del vítreo, pero es cierto que un movimiento brusco (de cabeza o el cuerpo entero) puede ocasionarnos problemas. Pongamos un ejemplo: vamos en un coche que frena bruscamente. Nosotros estamos sentados al asiento, y aunque el asiento frena a la misma velocidad del coche, nosotros nos vemos impulsados hacia adelante.
Ese impulso se transmite de nuestro cuerpo a través del cinturón de seguridad hasta el anclaje del cinturón con el asiento. Esos dispositivos de seguridad están diseñados para soportar estas tracciones, pero si no fuera así, tras un frenazo podría romperse la zona de unión del asiento con el cinturón de seguridad.
Con el ojo puede pasar lo mismo. Una aceleración o desaceleración brusca puede hacer que el vítreo (que está “alojado dentro del ojo”) traccione de la retina a través de sus puntos de anclaje. Nuevamente, el ojo miope (sobre todo el gran miope) lleva las de perder, quizás ahora con más importancia que con los grandes traumatismos directos.
También aquellos pacientes que ya han sufrido desprendimiento de retina o tienen lesiones predisponentes deberíamos considerarlos ojos de riesgo. Los deportes que cursen con aceleraciones y desaceleraciones rápidas pueden implicar cierto riesgo, y no está de más alguna revisión de fondo de ojo, por si acaso. ¿Eso quiere decir que debemos contraindicar a los miopes esos deportes?. No, lo normal es que cuando un “ojo de riesgo” se monte en la montaña rusa o haga parapente, no le ocurra nada. Pero aunque hablemos de complicaciones infrecuentes, es menos infrecuentes en ojos con mucha miopía. Aunque lo que más va a orientar es el estado de la retina. El especialista, una vez que haya explorado el fondo de ojo en un Examen de Salud Visual, podrá aconsejar oportunamente.
Cambios de presión
El glaucoma es una enfermedad ocular habitualmente asociada a un aumento de la presión intraocular. A veces estos pacientes nos preguntan durante un Examen de Salud Visual si supone un riesgo montarse en aviones o practicar el buceo. Con los aviones no hay ningún problema, y con el buceo, habitualmente tampoco pero habría que matizar.
Bucear a pulmón en una piscina no supone problema alguno. Bucear con botella en principio tampoco, ya que la presión que hay fuera del ojo (en el aire de las gafas de buceo) es la misma que tiene el gas que respiramos (por tanto es la misma que hay dentro del ojo). Por tanto, en glaucomas bien controlados no debería ser problema.Pero para asegurarse conviene preguntar al especialista que revise tus ojos durante un Examen de Salud Visual.
También existe alguna otra modalidad de buceo, el de apnea. Sería como el que podemos hacer en una piscina, pero a más profundidad y más tiempo sumergido (o sea, que requiere cierto entrenamiento). Aquí no está igualada la presión de las gafas de buceo con la presión torácica que soportamos al aguantar la respiración. En principio no sería muy aconsejable para un paciente con glaucoma.
Excluyendo los pacientes con glaucoma, no deberíamos tener mayor precaución por el buceo.
La luz
Algunos deportes como el esquí o el montañismo supone exponerse a una mayor dosis de radiación solar. Como explicamos en nuestra «Guía de Salud Visual: Protección Solar«, tenemos que protegernos en estos casos. Si no llevamos gafas con un filtro adecuado, podemos exponernos a lesiones, en la córnea o (lo que es más grave) en la retina.
Agentes contaminantes
Practicar natación y abrir los ojos en el agua supone exponer la superficie ocular a todo lo que esté disuelto o flotando en el medio líquido. A mucha gente se le ponen los ojos rojos cuando los abren en una piscina. De hecho, a todo el mundo se le irritan, en mayor o menor medida.
Lo que se conoce como “el cloro de la piscina”, que no son moléculas de cloro disueltas en el agua, sino hipoclorito sódico, más conocido como lejía. A pesar del enrojecimiento que puede suponer, siempre es mejor garantizar la higiene del agua. Y a pesar de lo aparatoso de algunos enrojecimientos, no suele traer mayores consecuencias a la larga. Quien sí debe tener cuidado es el que ha tenido una cirugía ocular reciente, o cuando sospechamos que la superficie del ojo está afectada (conjuntivitis, usuarios de lentes de contacto con molestias). Para esos casos, siempre con gafas de bucear.
En otros medios menos controlados (ríos, pozas, el mar) deberemos ser más cuidadosos. Es bastante normal, sobre todo en ríos y pozas, que la gente se bañe y abra los ojos. Y sí, lo habitual es que no pase nada. Pero recomendamos usar gafas de bucear.
Y dejando aparte los deportes de agua, las actividades que implican velocidad (deportes de motor, ciclismo, etc) pueden exponer al ojo a un flujo de aire que puede traer dos consecuencias:
- Se evapora rápidamente la lágrima de la superficie del ojo, produciéndose un ojo seco.
- Puede llegar un cuerpo extraño: una partícula de polvo, alguna pequeña piedra, insecto, etc.
Las personas que practican estos deportes deberán utilizar casco con visera o gafas en todo momento.
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